Urbanicidio



(Reflexiones en mi cautiverio)

La Guerra en que estamos inmersos se desarrolla principalmente en áreas urbanas, por lo que nuestras ciudades están en grave peligro de muerte.
Estas son escenario de cruentas batallas en las que se utilizan armas muy poderosas, las cuales disparan proyectiles que se desplazan a velocidad supersónica, con un gran poder de destrucción.
Ante tan devastadores ataques las ciudades caen de rodillas.
Nuestro tiempo ha demostrado cómo eliminar ciudades enteras.
Nuestras ciudades enferman, padecen y mueren por la violencia, la maldad, el artificio y la astucia, juntándose injusticia y fatalidad como una broma perversa.
Padecen también nuestras ciudades de una servidumbre impuesta a favor del crimen.
Sus calles han sido infectadas por un silencioso "hongo", transformándose finalmente en vías fétidas y callejones innobles. Las actividades sociales, comerciales y la misma prosperidad son castigadas por los inferiores y por los criminales.
Nuestras ciudades han caído bajo la férula del anciano vicio de la corrupción y del  novedoso imperio de las drogas. 
Padecen asimismo de un opresivo ejercicio de la autoridad, no olvidemos que todo hombre investido de autoridad abusa de ella, que no hay poder que no excite al abuso, a la extralimitación.
En el estado en que vivimos la autoridad no puede ser discutida ni mermada.
Pero debemos tener muy en cuenta que nuestras ciudades no solamente son destruidas por el crimen, sino también por los descuidos, las negligencias, la tibieza de nuestras autoridades, así como la falta de amor hacia ellas por parte de sus pobladores, por los malos ejemplos, por las simientes de corrupción, además de todo aquello que sin ir contra las leyes las debilite y las anule, haciéndolas olvidar.
Los ciudadanos olvidamos que la fuerza y sus excesos no constituyen ningún Derecho, que ceder a la fuerza no es un acto de voluntad, que cuanto más es un acto de prudencia, que cuando un individuo o pueblo roba, mata o secuestra ¡NO ES UN ENEMIGO: ES UN BANDIDO".
Nuestras ciudades están enfermas por vicios vergonzosos, desenfrenados y ciegos. Prevalece el poder cresohedónico.
Todo lo anterior nos lleva a una crisis generalizada en la que hay epidemias incontrolables, gente sin techo, infraestructuras destruidas, discriminación, mendicidad y crimen.
Algunas ciudades sobreviven. 
¡Otras desaparecen para siempre!


Playa Bagdad. Mayo 2011

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