Urbanicidio II


Reflexiones en mi cautiverio
“En los caminos yacen dardos rotos
Nuestros cabellos están esparcidos
Las casas estás destechadas
Rojizos se encuentran sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas
Los muros se encuentran manchados de sesos
Las aguas rojizas, cual si las hubieran teñido
Y si la bebíamos era agua salitrosa
Hemos construido Palacios y Templos
Y por herencia recibimos una red de agujeros
En los escudos estaban nuestro resguardo
Pero los escudos no detienen la desolación…”
Lo anterior corresponde a una traducción de textos nahuas, (fragmentos) hecha por Ángel María Garibay, y aparece en el llamado manuscrito de Tlatelolco, escrito en los últimos días del sitio de Tenochtitlán, hacia el trece de agosto de 1521.
Al leer y compenetrarme en la esencia de la narración que data de tiempos de la conquista, no deja de sorprenderme, de inquietarme, que dicho texto bien pudiera corresponder a una narración, quizás un tanto metafórica de la situación que prevalece en muchas de las ciudades y pueblos de nuestro país.
En el manuscrito de Tlatelolco se narra el urbanicidio de la gran Tenochtitlán, su destrucción, su aniquilamiento.
Puedo citar algunos ejemplos que ilustran la moderna destrucción de las ciudades: Ciudad Mier, Tamaulipas, calificada como “Ciudad Mágica”, devastada por la narco guerra y transformada en “Ciudad Trágica”, puedo citar pueblos que no necesitan la obscuridad ni las tinieblas de la noche para ser considerados “Pueblos Fantasmas” en pleno día: Camargo, Miguel Alemán, Matamoros, San Fernando, Torreón, Tierra Blanca, Durango…
…Y las ciudades sufren dolores de parto: narco guerra, secuestros, desapariciones forzadas, delincuencia, terrorismo…
Es muy probable que dentro de poco tiempo, turistas nostálgicos se sorprendan cuando comprueben la rotunda escasez, por no decir muestra testimonial o nimiedad de las huellas de estas ciudades destruidas
Los contendientes de la narco guerra actúan cual modernos Escipiones, y se obstinan en destruir, arrasar, borrar de la faz de la tierra a muchas de nuestras ciudades.
“Los magníficos edificios fueron primero incendiados, luego demolidos y para finalizar, sus cimientos fueron arrancados…”
Este elocuente párrafo se refiere no a los estragos de la guerra que sufrimos, sino que corresponde a un fragmento de una narración respecto a la destrucción de la ciudad de Cartago por Publio Cornelio Escipión Emiliano, durante la tercera Guerra Púnica.
A mí me sorprende la similitud en la narración de la destrucción de las ciudades antiguas con la moderna destrucción de nuestras ciudades.
¿Usted qué opina estimado lector?
Playa Bagdad, agosto 2011.

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