Reflexiones desde mi cautiverio
(Tercera de tres partes)
“No somos sino carne, potencial carne de matanza…”
Francis Bacon

La violencia traspasa a la persona entera, desencadena en ella fuerzas internas que la derriban. Las personas no pueden dominar el miedo y el dolor, tan poco como parar el próximo golpe del enemigo. La violencia libera a quien la ejerce y destroza a la víctima. Mientras aquel se expansiona, esta se contrae hasta la nulidad. Aunque el hombre víctima de la violencia sobreviva, nunca volverá a ser el que era antes.
La violencia actúa ya antes de la primera lesión. Una amenaza poderosa quebranta las formas de la conciencia del espacio y del tiempo. El mundo familiar se torna súbitamente incierto; todo en él está trastornado. El mundo deja de ser seguro, deja de ofrecer protección y refugio. Y además no hay por dónde escapar.
El miedo sujeta al hombre al aquí y al ahora. No existe más fuera del miedo. El tiempo se reduce al instante presente. El saber y las experiencias pierden su valor, y sólo jirones de recuerdos desfilan por el cerebro. Las esperanzas se borran.
La violencia III
La violencia III